La DERROTA que CAMBIÓ LA HISTORIA - Batalla de Seminara
El gran capitán español era uno de los militares más innovadores y jóvenes de su época. Pero para cuando empezó su carrera militar, sufrió una de las derrotas más humillantes de Europa. Pero fue capaz de ver la luz entre sus sombras, y rápidamente aprendió a sobrepasar sus graves errores para convertirse en el grandísimo general que todos conocemos.
BATALLAS
8/11/20246 min read
El gran capitán español era uno de los militares más innovadores y jóvenes de su época. Pero para cuando empezó su carrera militar, sufrió una de las derrotas más humillantes de Europa. Pero fue capaz de ver la luz entre sus sombras, y rápidamente aprendió a sobrepasar sus graves errores para convertirse en el grandísimo general que todos conocemos.
Es hora de sumergirse y descubrir la historia de nuestro país, la España de ayer y de siempre.
La Batalla de Seminara del veintiuno de junio de mil cuatrocientos noventa y cinco se sitúa en el marco de las Guerras Italianas, una serie de conflictos bélicos que involucraron a diversas potencias europeas luchando por el control de la península itálica. Estas guerras se iniciaron cuando Carlos Octavo de Francia invadió Italia en mil cuatrocientos noventa y cuatro, con el objetivo de reclamar el Reino de Nápoles. Este reino había sido objeto de antiguas disputas dinásticas, y Carlos Octavo buscaba establecer su dominio sobre él, lo que desencadenó una serie de reacciones en cadena entre los estados italianos y las grandes potencias de la época.
La invasión francesa provocó una respuesta inmediata de los estados italianos, que formaron alianzas para resistir la agresión. Entre los aliados destacaban el Reino de Nápoles y España, que tenían intereses estratégicos y territoriales en la región. Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como el Gran Capitán, fue enviado a Italia para apoyar a Fernando Segundo de Nápoles. Fernández de Córdoba era un destacado general español, famoso por su habilidad táctica y su capacidad de innovación en el campo de batalla.
A medida que las fuerzas francesas avanzaban en Calabria, al sur de Italia, el señor de Aubigny, un experimentado comandante francés, reunió un ejército compuesto por 400 hombres de armas, 600 caballos ligeros, un cuerpo de infantería suiza y milicias locales. Con estas fuerzas, se dirigió a Seminara con la intención de confrontar al ejército hispano-napolitano recién desembarcado. A pesar de los consejos prudentes de Fernández de Córdoba, quien sugirió evitar una batalla campal debido a la incertidumbre sobre la fuerza y la calidad de las tropas francesas, el joven rey Fernando Segundo decidió enfrentar a los franceses, influenciado por el ánimo belicoso de sus capitanes.
En junio de mil cuatrocientos noventa y cinco, el señor de Aubigny, decidido a aplastar al ejército hispano-napolitano recién desembarcado en Calabria, movilizó todas sus fuerzas. Junto a su leal subordinado Precy, reunió un imponente ejército compuesto por 400 hombres de armas, 600 caballos ligeros, un formidable cuerpo de infantería suiza y milicias locales. Con esta formidable fuerza, se dirigió a la localidad de Seminara, decidido a presentar una batalla campal y decisiva contra los aliados.
Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido por su astucia y experiencia militar, aconsejó prudencia al rey Fernando Segundo de Nápoles. Advertía que se desconocía tanto el número exacto de soldados franceses como la calidad de los voluntarios napolitanos, y proponía evitar una batalla campal. Sugería retirarse a una plaza fuerte o, en su defecto, refugiarse en Seminara para observar al enemigo y obtener más información antes de tomar una decisión definitiva.
Sin embargo, el joven rey Fernando Segundo, con apenas veintiséis años, no siguió los consejos del Gran Capitán. Influenciado por el entusiasmo de sus capitanes y su propia inexperiencia, decidió presentar batalla a los franceses. Con esta determinación, el veintiuno de junio, las tropas aliadas salieron de Seminara y se desplegaron en unas colinas al este de la plaza, junto a un riachuelo vadeable.
Pero antes de continuar, debo decirte que si quieres conocer todos los secretos de España, te dejo el boletín por correo electrónico en la descripción, donde hablaremos de películas, series, libros e historias. Es totalmente gratis y solo tienes que dejar tu correo electrónico en el enlace que te dejo abajo.
Click en la imagen para ver el vídeo
El veintiuno de junio de mil cuatrocientos noventa y cinco, las tropas aliadas hispano-napolitanas salieron de Seminara con la intención de enfrentar al ejército francés. Se desplegaron estratégicamente en unas colinas situadas a una legua al este de la plaza, con un riachuelo vadeable a sus pies. Esta posición les proporcionaba una ventaja natural, permitiéndoles observar al enemigo desde una altura y utilizar el riachuelo como una barrera defensiva.
A la derecha del despliegue aliado se colocaron 1,000 infantes y 400 jinetes españoles, fuerzas experimentadas bajo el mando del Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba. Estas tropas estaban bien entrenadas y acostumbradas a tácticas sofisticadas aprendidas en años de guerras en la península ibérica. A la izquierda se situaron los 6,000 voluntarios napolitanos y calabreses. Estos voluntarios, aunque numerosos, carecían de la disciplina y experiencia de las tropas españolas.
Frente a los españoles, el señor de Aubigny, comandante de las fuerzas francesas, desplegó su caballería, una fuerza bien equipada y entrenada, lista para enfrentar la resistencia hispana. A la derecha de su caballería, colocó a los temidos piqueros suizos, conocidos por su destreza en el combate cuerpo a cuerpo y su formidable formación en bloque. En la retaguardia, Aubigny dejó a las milicias locales, listas para apoyar donde fuese necesario y mantener la cohesión del ejército.
El ataque inicial comenzó con los señores de armas franceses, que avanzaron resueltamente hacia el riachuelo vadeable, buscando desorganizar las defensas aliadas. Con rapidez y valentía, los 400 jinetes españoles se lanzaron sobre los franceses, intentando desbaratar sus líneas y sembrar el caos en sus filas. Esta táctica, característica de las maniobras de caballería española, buscaba aprovechar la velocidad y el impacto para romper la cohesión enemiga.
El señor de Aubigny reaccionó rápidamente ante el ataque español. Se lanzaron sobre sus propias filas de caballería, reorganizándolas y restableciendo el orden entre sus hombres. Una vez reagrupadas, las fuerzas francesas volvieron al ataque con renovado ímpetu.
Por su parte, los españoles, fieles a las tácticas guerreras que habían perfeccionado durante años de combates contra los árabes, realizaron una maniobra de retroceso estratégico. Este retroceso no era una retirada desordenada, sino un movimiento calculado para regresar a sus posiciones iniciales, reorganizarse y preparar una nueva carga. La habilidad para retirarse de manera ordenada y volver a la carga reflejaba la disciplina y el entrenamiento de la caballería española, capaces de adaptarse rápidamente a las cambiantes circunstancias del campo de batalla.
La maniobra de retroceso estratégico de la caballería española, aunque táctica y bien ejecutada, fue malinterpretada por los voluntarios napolitanos y calabreses. Estos, viendo el retroceso, creyeron que se trataba de una retirada definitiva y, presa del pánico, se desbandaron en una caótica fuga sin siquiera entrar en combate. Esta desorganización debilitó considerablemente la línea de defensa aliada y creó un punto vulnerable que el señor de Aubigny no dudó en explotar.
El comandante francés, percatándose del caos entre los voluntarios napolitanos y calabreses, lanzó rápidamente su caballería sobre los fugitivos. La carga fue devastadora; la desordenada huida se transformó en una masacre. La ventaja inicial de los aliados se desmoronó ante la arremetida francesa.
En medio de este caos, el cuerpo de infantería y caballería españolas, bajo el mando del experimentado Don Gonzalo Fernández de Córdoba, permaneció firme. Con una mezcla de disciplina y determinación, Fernández de Córdoba ordenó una retirada estratégica y organizada hacia los muros de Seminara. Esta retirada no solo evitó una derrota completa, sino que también salvó muchas vidas, manteniendo la cohesión y el espíritu de combate de sus tropas.
Al día siguiente, evaluando la situación y reconociendo la necesidad de reagrupamiento y refuerzos, Fernández de Córdoba y sus tropas partieron hacia Reggio.
La Batalla de Seminara, librada el veintiuno de junio de mil cuatrocientos noventa y cinco, marcó un punto significativo en la carrera militar de Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como el Gran Capitán. Esta fue la primera y única derrota del célebre general español, aunque la responsabilidad de la misma no puede ser completamente achacada a él.
Si te ha gustado esta historia, tenemos un vídeo completo en nuestro canal sobre la historia del Gran Capitán, el que fue el terror francés.
Nuestro contacto
Rompe la leyenda negra
© 2024. All rights reserved.