El INFIERNO de los TERCIOS - Batalla de Túnez

¿Qué lleva al Rey de España Carlos a cruzar el mar y combatir a los otomanos en Túnez? En este blog veremos cómo los cristianos cruzarán un infierno de sol, desierto y sed, con tal de salvar a europa de una de las mayores amenazas que han existido y existirán jamás. Los terribles otomanos.

BATALLAS

9/9/20249 min read

El veintiuno de julio de mil quinientos treinta y cinco, Carlos primero de España toma Túnez, marcando un golpe decisivo contra el poder otomano en el Mediterráneo. La captura de la ciudad, tras intensos combates y una compleja campaña, altera el equilibrio de fuerzas en la región. Pero para entender cómo se llegó a este enfrentamiento épico, debemos retroceder y explorar el comienzo de esta intrigante historia.

Es hora de sumergirse y descubrir la historia de nuestro país, la España de ayer y de siempre.

Durante el siglo dieciséis, el Imperio Otomano se encontraba en pleno apogeo, expandiendo su influencia tanto en Europa como en el norte de África. Bajo el liderazgo de Solimán el Magnífico, los otomanos no solo habían conquistado vastas extensiones de territorio en Europa, sino que también controlaban gran parte del Mediterráneo oriental. La amenaza otomana se extendió al oeste del Mediterráneo, donde se encontraba Jeireddín Barbarroja, un corsario al servicio de los otomanos. Este se convirtió en una pieza clave para Solimán y para la guerra. Barbarroja tomó el control de Argel y estableció una base en Túnez, desde donde lanzaba ataques contra las costas europeas, especialmente contra el sur de Italia y España, que eran territorios bajo el dominio o influencia de Carlos primero de España y quinto de Alemania.

En mil quinientos treinta y cuatro, Barbarroja capturó la ciudad de Túnez, expulsando al gobernante local y aliado de Carlos Primero, Muley Hassan. Este movimiento no solo fortaleció la posición de los otomanos en el Mediterráneo occidental, sino que también amenazó las rutas comerciales y las posesiones españolas en la región. La toma de Túnez por Barbarroja significaba que el Mediterráneo occidental estaba bajo la constante amenaza de ataques otomanos generando gran preocupación entre los poderes europeos y más particularmente para Carlos, quien se veía como el principal defensor de la cristiandad contra el avance musulmán.

El rey de españa y emperador de Alemania, se sintió obligado a responder a esta amenaza. La expansión otomana no solo era una cuestión de seguridad territorial, sino también una lucha de poder entre el Islam y la cristiandad. Además, recuperar Túnez significaba restablecer el equilibrio de poder en el Mediterráneo y asegurar las fronteras marítimas de sus dominios. La expedición a Túnez fue, por lo tanto, una operación estratégica destinada a debilitar la influencia otomana en el norte de África y proteger los intereses cristianos en el Mediterráneo.

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La campaña de Túnez fue una empresa colosal que requirió una gran cantidad de recursos. Carlos reunió una formidable flota y un ejército compuesto por tropas de diferentes partes de su vasto imperio. El Papa, preocupado también por la amenaza otomana, ofreció apoyo moral y financiero. Además, otros estados europeos, aunque reticentes a involucrarse directamente, veían con buenos ojos los esfuerzos de Carlos para frenar la expansión otomana, aunque como siempre, nadie actuaba salvo los españoles.

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La Goleta era una fortaleza costera situada en la entrada del lago de Túnez, un punto estratégico que controlaba el acceso marítimo a la ciudad de Túnez. Su ubicación hacía de La Goleta una barrera formidable para cualquier fuerza que intentara atacar Túnez desde el mar. Para Carlos, la captura de esta fortaleza era esencial, ya que sin su control, cualquier operación posterior sobre Túnez estaría comprometida.

El rey, consciente de la fortificación de La Goleta y de su importancia, preparó meticulosamente el asedio. La flota imperial, una de las más grandes reunidas hasta entonces, transportó a un numeroso ejército compuesto por soldados de diversas regiones de su imperio, incluidos soldados españoles, italianos, alemanes y caballeros de la Orden de Malta. A esta fuerza se unieron una gran cantidad de artillería y suministros necesarios para sostener el asedio.

El asedio comenzó en junio de mil quinientos treinta y cinco. Las fuerzas de Carlos primero establecieron campamentos alrededor de la fortaleza y comenzaron a bombardear las defensas de La Goleta con artillería pesada. El bombardeo fue intenso y constante, buscando debilitar las murallas y las defensas de los ocupantes. Al mismo tiempo, los ingenieros imperiales construyeron trincheras y otras estructuras para proteger a las tropas que avanzaban.

La guarnición otomana, compuesta principalmente por soldados turcos y aliados de Barbarroja, defendió la fortaleza. Aunque la resistencia fue feroz, sus defensas comenzaron a ceder ante el implacable ataque de la artillería imperial.

Finalmente, después de semanas de asedio, las defensas de La Goleta colapsaron. El catorce de julio de mil quinientos treinta y cinco, las fuerzas de Carlos primero lanzaron un asalto final que resultó en la captura de la fortaleza. Esta increíble captura fue un golpe devastador para barbarroja y las fuerzas otomanas.

La captura de La Goleta abrió el camino para el avance sobre la ciudad de Túnez. Sin la fortaleza para protegerlos, los defensores otomanos en Túnez se encontraron en una posición mucho más vulnerable. Aunque algunos de los consejeros de Carlos primero sugirieron que se detuviera el avance:

“Majestad, si bien hemos logrado una victoria importante, debemos recordar que mantener lo que hemos conquistado ya es un desafío considerable. Sostener La Goleta requerirá recursos y hombres, y aún no sabemos si podremos mantener nuestras líneas de suministro desde España de manera eficiente. Avanzar sobre Túnez podría estirar demasiado nuestras fuerzas, lo que podría llevar a pérdidas que podrían mermar este éxito. Quizás sea prudente consolidar lo que ya hemos ganado y esperar un momento más favorable para seguir adelante”

Dijeron sus consejeros. Pero el rey de españa no se amilana con facilidad. Decidió seguir adelante con la campaña demostrando su determinación de eliminar por completo la amenaza otomana en la región, y contestándole a sus allegados:

“Detenernos ahora sería un error. Si no continuamos, Barbarroja y sus hombres tendrán tiempo para reorganizarse y fortalecer sus defensas en Túnez. Esto prolongaría la amenaza que representan para la cristiandad y para nuestras posesiones en el Mediterráneo. La Goleta es solo el primer paso; Túnez es el corazón del poder de Barbarroja. Si lo tomamos, eliminaremos la amenaza otomana en esta región de una vez por todas. Hemos reunido aquí una fuerza formidable, y la moral de nuestras tropas es alta tras la victoria. No podemos desperdiciar este momento de impulso. Avanzaremos y aplastaremos a los otomanos. La cristiandad y nuestro imperio lo demandan”Tras la captura de La Goleta, Carlos y su ejército comenzaron a planificar el avance hacia la ciudad de Túnez, situada a unos pocos kilómetros tierra adentro. Aunque la toma de La fortaleza había sido un gran éxito, la verdadera prueba para las fuerzas imperiales estaba por venir. La ciudad, controlada por Barbarroja, estaba bien defendida, con mucha guarnición y la protegía el terreno árido y caliente que presentaba un desafío para las tropas.

“¡Que el ejército avance de inmediato hacia Túnez!”

Dijo Carlos, decidiendo enfrentarse al tiempo y ordenando a su ejército que avanzara rápidamente.

Este avance se realizó bajo un calor abrasador y en un terreno que ofrecía poca protección y recursos naturales escasos, como agua potable, esencial para mantener la moral y la salud de las tropas.

El problema más inmediato que enfrentaron las fuerzas imperiales fue la escasez de agua. En el caluroso clima norteafricano, el agua era un recurso vital, y su escasez podría haber significado la ruina del ejército imperial. En su avance hacia Túnez, el ejército se encontró con una serie de pozos de agua, que eran fundamentales para su supervivencia.

Barbarroja, consciente de la importancia de estos pozos, decidió convertirlos en un campo de batalla. Las fuerzas otomanas prepararon emboscadas en las cercanías de los pozos, con la esperanza de detener o, al menos, retrasar significativamente el avance de los imperiales. Si Barbarroja lograba impedir que el ejército de Carlos accediera a estos pozos, podría obligar a las tropas imperiales a retroceder o incluso a retirarse, lo que habría sido un desastre para la campaña.

El veinte de julio, la marcha sobre Túnez se encontró con su primer gran obstáculo: la Batalla por los Pozos. Las fuerzas otomanas lanzaron un ataque feroz sobre las tropas de Carlos primero cuando estas intentaron acceder a los pozos para abastecerse de agua. La batalla fue intensa y encarnizada, con ambas partes luchando desesperadamente por el control de estos recursos vitales.

Las tropas de Carlos, a pesar del calor extremo y el cansancio acumulado, se enfrentaron valientemente a la resistencia otomana. La superioridad numérica y la disciplina del ejército imperial, combinadas con su determinación, finalmente les permitieron imponerse. Después de una dura lucha, los imperiales lograron asegurar los pozos y, con ello, garantizar el abastecimiento de agua necesario para continuar su avance.

Las fuerzas imperiales pudieron reabastecerse y continuar su avance hacia Túnez, manteniendo la iniciativa y la moral alta.

Después de la victoria en la Batalla por los Pozos y de asegurar el suministro de agua para su ejército, Carlos se encontraba en una posición favorable para lanzar el asalto final sobre Túnez. La ciudad, que había sido capturada por Barbarroja un año antes, se había convertido en una base clave para las incursiones otomanas en el Mediterráneo occidental. La recuperación de Túnez no solo significaría la eliminación de una amenaza inmediata, sino también un gran golpe al prestigio y la influencia de los otomanos en la región.

Dijeron los cautivos cristianos dentro de la ciudad. Estos prisioneros fueron esclavizados por Barbarroja y los otomanos. Al ver que llegaban las tropas imperiales a la ciudad, decidieron levantarse contra sus captores, organizando un levantamiento desde el interior.

El veintiuno de julio, mientras Barbarroja se encontraba fuera de la ciudad, los cautivos lograron tomar el control de la fortaleza principal, abriendo las puertas a las tropas imperiales. Este acto de rebelión interna fue decisivo, ya que evitó lo que podría haber sido un largo y sangriento asedio, permitiendo a las fuerzas de Carlos entrar en Túnez con relativamente poca resistencia.

Con las puertas de la ciudad abiertas, el ejército de Carlos primero avanzó rápidamente. Las fuerzas imperiales entraron en la ciudad y tomaron control de las principales posiciones defensivas. La entrada fue acompañada por la liberación de miles de cautivos cristianos que habían estado retenidos en Túnez.

La captura de Túnez y el posterior saqueo enviaron un mensaje poderoso a través de Europa y el Mediterráneo. Carlos primero reinstaló en el trono a Muley Hassan, el gobernante que había sido derrocado por Barbarroja, como un monarca vasallo. Aunque Muley Hassan recuperó el control nominal de Túnez, la ciudad y el territorio circundante quedaron bajo la influencia de Carlos primero y se convirtió en un bastión cristiano en el norte de África.

Barbarroja consiguió huir a Argel, donde continuó siendo una amenaza, aunque debilitada, para los intereses europeos en el Mediterráneo. A pesar de la victoria en Túnez, la campaña no logró erradicar completamente la piratería y la amenaza otomana, pero sí fue un duro golpe para el poderío otomano en la región.

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La victoria de Carlos primero también tuvo repercusiones en la política europea. Francia, bajo el reinado de Francisco primero, se había aliado previamente con los otomanos en un intento de contrarrestar el poder de los Habsburgo. La toma de Túnez reforzó el temor francés al dominio de Carlos, exacerbando las tensiones entre los dos monarcas. Esto contribuyó a la perpetuación de las guerras italianas y a la rivalidad entre Francia y el Sacro Imperio.

Dentro de cuya guerra hay un personaje en particular que destaca por haber sido apenas reconocido, Alejandro Farnesio, sobre el que hemos hecho un recopilatorio en primera persona sobre toda su campaña en las guerras italianas, te dejo el vídeo debajo